viernes, 20 de febrero de 2009

Otro banquero tranza

O lo que es lo mismo, mejor a guardar la marmaja debajo del colchón

Robert Allen Stanford es el nombre del presunto milloneta banquero que le birló a la gente que confiaba en él, la nada despreciable cantidad de 8 mil millones de dólares, o como contabilizan los norteamericanos 8 “billoncejos de dolarucos”. Mero pasadito de vivo, o al menos lo intentó ya que de pronto (que casualidad dirían algunos) se desapareció y nadie tenía idea fija de dónde podría estar… hasta que el FBI lo encontró en algún lugar del estado norteamericano de Virginia (¡y la Nadya que quiere dejar de serlo!) dónde le leyeron los cargos que enfrenta.

El Robertico tenía la cosa casi bien planeada junto a su compinche (me encanta la palabreja de marras) James Davis prometía las perlas de la virgen en cuestión de inversiones, pero malversaron algo así como el 90% de las entradas.La cosa no para ahí. Al contrario, como virus o cáncer o como Vd., prefiera, tenía bancos y agencias de inversión, pues se llevaron al “baño” a una buena cantidad de personas, que ganándose la “marmaja” de la manera más decente posible y confiando en una institución de prestigio (y es americana, no faltaría quien afirmara con ojitos soñadores y de esperanza) y ¡zaz!, tanto sudar para que el monito fundador (se lo fundieran a don ese), se quieren llevar todo el pastel. El “movimiento” repercutió en México, Venezuela, Panamá, Colombia, Ecuador y Perú. Además de sus donaciones a los demócratas estadounidenses, el título de “Sir” otorgado por una isla caribeña… si la planta no hace la felicidad, pero por un rato, cuando es mal habida, casi que la imita.


Por supuesto los 8 billoncitos desfalcados por el texano como dicen los americanos no se compran a los 50 que el neoyorquino Bernard Madoff le defraudó a Wall Street y que según las malas lenguas, es como que el principal causante de gran parte de la crisis del país.


Será melón, será sandía… la cosa es que al neoyorquino ya le dieron 20 años de vacaciones pagadas a la “sombra” y una multa de cinco millones de dólares y al texano pues le deben de aplicar la misma dosis de justicia y que la “pasta” de ambos se reparta en partes proporcionales entre todos aquellos a los que se birlaron y si queda algo, que se reparta entre los pobres (que somos un bonche y dos montones).



"Una sola piedra puede desmoronar un edificio.
Francisco de Quevedo y Villegas (1580-1645)
Escritor español"

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