viernes, 3 de febrero de 2012

Nada nuevo bajo el sol

O lo que es lo mismo, los políticos siempre harán uso de la verdad a medias que siempre será una media mentira.
(En la imagen Loki dios del panteón vikingo representante entre otras cosas de la mentira)

En efecto. Uno de los escritores favoritos de su seguro servidor de aventuras que llaman de capa y espada es Miguel Zévaco, quien entre otras cosas además de escritor era anarquista, pero eso por ahora, es harina de otro costal.

Lo que ahora hace al caso es que en uno de los libros de su obra más famosa “Los Pardaillan” analiza lo que para él era la política en la Francia renacentista y en específico la de la reina Catalina de Medici o Médicis como traducen generalmente el apellido.

Zévaco pinta la Medici de una manera no muy grata, al igual que otro grande de la literatura francesa y mundial Alejando Dumas padre, y le atribuye entre otras atrocidades lo que se conoce como la Masacre de San Bartolomé en que los católicos franceses asesinaron a los cristianos franceses que se decían de la “religión” y que llamaban hugonotes y en pocas palabras eran calvinistas y como tales querían decir la misa en francés en lugar de decirla en latín que era la usanza en la época. Esta fue una de las matanzas más grandes en el período conocido como guerras de religión francesas y en toda Europa.

Pero, la masacre en este momento, también es harina de otro costal.

Lo que Zévaco pretendió en parte dentro del tomo “La Espía de la Médicis” fue dejar ver cómo los políticos o los que detentan el poder hacen uso de cualquier cosa con tal de mantenerlo, no compartirlo y mantener engañado al pueblo siempre en su beneficio personal… claro que cuando se pelean entre ellos, aquello de que se pelearon las comadres y salieron las verdades, no deja de ser realidad.

Regresando al libro, la reina se sincera con su astrólogo (y amante en la novela) Ruggieri quien además de astrologo y nigromante es muy ducho en eso de preparar venenos de todo tipo y para todos los gustos.

Decíamos que ambos dos están conversando y la reina le confiesa al astrólogo que tiene el arma más poderosa para el ataque y la defensa en la vida cortesana y que a lo largo sería la vida política. Esta arma es la mentira.

El astrólogo se sorprende y afirma que a pesar de ser un arma puede ser terrible.

La reina, sin inmutarse contesta: “el vulgo, el rebaño que gobernamos, debe de odiar la mentira, porque si comprendiera su fuerza, usaría de ella contra nosotros y estaríamos perdidos. Pero nosotros podemos y debemos mentir, pues la mentira es la base de todo gobierno sólido. Es una arma peligrosa en manos torpes, y torpes son las manos que no saben herir a fondo. Si mentís tímidamente las gentes tendrán horror de vos o fingirán tenerlo. Si mentís con energía y afirmaís la mentira con toda la fuerza necesaria, repitiéndola sin cesar con aire convencido, la gente creerá que decís la verdad y si comprueba que se ha mentido fingirá creer en vuestra mentira y eso basta. Un grupo de hombres bien disciplinados puede gobernar por este miedo. Creedme vendrá un día en que los partidos políticos comprendan la enorme fuerza de la mentira y la emplearán atrevidamente. Llamo partidarios políticos a los que comprenden que la multitud inmensa y estúpida debe de trabajar en beneficio de unos cuantos. Piensa en la fabulosa suma de mentiras acumuladas en los siglos para que los pueblos hayan sentido la necesidad de un rey, de un amo, de un gobernador, o en una palabra, de alguien que esté sobre ellos y entonces comprenderás la fuerza de la mentira. Proclama conmigo que es sagrada, que es nuestro principio y nuestro principio y nuestro fin y que le debemos todo lo que envida la humanidad entera. ¡Mintamos, mintamos con fuerza, con valentía, con frenesí y seremos los amos!”.

Así termina la cátedra de la reina al astrólogo y la novela sigue. Dejo a sus mercedes descubrir el resto de la misma si les hace al caso.

Lo que ahora quiero señalar es que, al menos por experiencia personal todo eso que manifiesta Zévaco a través de la Médicis parece definir a pie juntillas a la clase política mundial y lamento no tener a la mano alguna excepción para confirmar la regla, pero creo que eso no hace falta… o sus mercedes ¿qué opinan?

Y ya que tocamos a los políticos, preguntemos a la hija de uno de esos que cree serlo niña nacafresa por XIX vez dinos cómo es que puedes dormir.


"Una sola piedra puede desmoronar un edificio.
Francisco de Quevedo y Villegas (1580-1645) Escritor español"

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