viernes, 22 de enero de 2010

Otro negocio racista del siglo XXI

O lo que es lo mismo, allá vamos otra vez. Un gabacho se arrejuntó con los gringos sólo pa’ joder a la raza.


En efecto y para sorpresa del respetable, un gabacho (o sea francés) se unió a los gringos (o sea republicanos y fundamentalistas estadounidenses) y se aventó la puntada de prohibir a sus empelados el hablar castellano cuando se encuentran atendiendo a la clientela.

El negocio responde al mal nombre de Atticus Bookstore and Café, y se encuentra en la ciudad de New Heaven, Conecticut, nada menos donde se encuentra la famosa universidad gringa de Yale… ya le tocaba a uno de sus hijos pródigos padecer pendejits aguda verdad de Dios.

Pero eso sí, en el sótano, donde se preparan las comidas, mientras lavan los platos y en las áreas bajas pueden usar el castellano, reza el nuevo edicto de este francés gabacho-gringo boñiga de elefante (por no decir de mierda). O sea en los lugares, donde los ojos claros y los oídos incastos y xenofóbicos de los sin color, o lo que es lo mismo, los que se bañan con cloro, para ser más blancos, no los vean ni los oigan, sólo les sirvan. Y dicen que la esclavitud no existe, de lengua me como un taco dicen en mi pueblo.

Claro que no faltan los gringos con delirio de persecución y que no pueden hablar bien ni su propio idioma y saltan de felicidad diciendo que es rudo (¡ay mojo luchador) que los demás que somos bilingües y más, hablemos el idioma que se nos pegue la gana.

El dueño, como buen gabacho-gringo se llena el hocico diciendo que quiere ayudar a los que el pobre inglés no es su primer lenguaje y que hasta les da clases de inglés gratis para mejor el servicio al cliente, háganme el refavorcabor. No, si para decir estupideces los gringos como este se pintan solos la verdad, para terminar rematando la estupidez al añadir que si ofendió a alguien que lo lamenta en verdad, no pos sí, para tarugo y abusador se nace, no se hace, aunque éste se hace, nació y morirá así, en la taruga.

Bueno, por lo pronto, esa es una librería/cafetería a la que jamás entraré.

Sé que las cosas están del carajo en cuanto a lo económico se refiere, pero espero que toda la raza que labora en ese lugar, esté buscando otro lugar para prestar sus servicios y que el negocito de este gabacho/gringo truene como ejote, o trompo chillador, y mientras más pronto, pos mejor.

"Una sola piedra puede desmoronar un edificio.
Francisco de Quevedo y Villegas (1580-1645)
Escritor español"

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