miércoles, 21 de enero de 2009

Entre parientes te veas

O lo que es lo mismo, tú matas 13 de los míos, y yo mato mil 300 de los tuyos.

En efecto. El conflicto entre judíos y palestinos podemos remontarlo hasta la Torá, y el Antiguo Testamento cristiano, cuando el pastorcillo David le partió la “maceta” al filisteo Goliat y un poco antes también.

Claro que en aquella época las hondas, piedras, espadas, arcos y flechas, junto con alguno que otro veneno eran las armas por excelencia.

Pero lo que sucedió en el pedacito de tierra conocido como la Franja de Gaza, que dicho sea de paso, es territorio (un poquito de lo que les dejaron los gringos judíos disfrazados de Naciones Unidas allá por la salida de la década de los 40 del siglo pasado) palestino, aunque más parece un gran campo de concentración, entre el 27 de diciembre del 2008 y el 18 de enero del presente año (y falta ver qué sigue, porque la tregua es de sólo días y el plazo está por terminar), no tiene nombre, o se le puede llamar de proporciones “hitlerianas”, aunque aún no se llegue a la misma cantidad de asesinatos, pero si hacemos la salva comparación en base al nombrecito del ataque judío a los palestinos, “Operación Plomo Fundido” (los fundieran a ellos), y la duración del conflicto, pues ya sus mercedes me dirán.

Según la ONU, alrededor de 412 niños palestinos murieron en esta “operacioncita”, que según los israelitas, era para destruir “la infraestructura terrorista” del grupo Hamás (se pronuncia Jamás por cierto), y es el conflicto, entre estas dos tribus, más sanguinario en los últimos 40 años.
A la fecha de redactar estas líneas, los palestinos estiman en mil 324 muertes (de ellos 280 niños menores de 17 años y ciento once mujeres), de acuerdo al Centro de Derechos Humanos de Palestina.

Según el ministerio de Salud de Palestina del total de las muertes, afirma que tan sólo 100 eran militantes de Hamás y otros grupos radicales, y estiman en 5 mil 400 heridos.
Será el sereno. Pero muchas vidas humanas se perdieron, esas muchas, eran inocentes. La tribu judía no pude escudarse en lo que les hizo la Alemania Nazi. Ese argumento, lo único que hace es igualarlos después de esta masacre de 23 días de duración.

Por ahora, una turbia paz está en la zona. Se supone que la tribu de David debe de abandonar el territorio gazací, pero ellos mismos han manifestado que se reservan el derecho de abandonarlo mientras les siga lloviendo algo de plomo en su territorio. Así que no se irán, aún.
De proporciones bíblicas el conflicto. Siglos de odio alimentan a estas dos tribus, que algún día fueron familia y que sólo podrá resolverse o con la completa destrucción de unos o de otros, o con la completa desmilitarización de ambas tribus. Lo segundo no va a pasar nunca. Lo primero, bueno, creo que hay más semitas esparcidos por el mundo que palestinos, así que tal vez, lo primero tampoco pase, y el conflicto, como el comercial de las baterías del conejito, siga y siga y siga…

"Una sola piedra puede desmoronar un edificio.
Francisco de Quevedo y Villegas (1580-1645)
Escritor español"

2 comentarios:

Anónimo dijo...

ni hablar, mientras hayan extremistas radicales en esos pueblos la guerra no terminará nunca

Anónimo dijo...

jamás dejará de impresionarme la capacidad de joder al prójimo.