miércoles, 10 de diciembre de 2008

Todos los hombres (y mujeres) nacen iguales, con los mismos derechos y la misma dignidad…



O lo que es igual, del dicho al hecho hay más que mucho trecho o un sueño “guajiro”que cumple 60 años.
En este 10 de diciembre, aquella famosa Declaración Universal de los Derechos del Hombre firmada en Nueva Cork, EE.UU., está (¿está?) celebrando su sesenta aniversario. De 56 países en aquellos lejanos días, tan sólo 46 la firmaron. Cabe destacar que Sudáfrica (dominada completamente por los blancos), la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, Arabia Saudita (que por azares del destino hoy llaman Saudi-Arabia), Polonia, Checoslovaquia y Yugoslavia (hoy desaparecidas) se abstuvieron, mientras que Honduras y Yemen no participaron en la votación.

Uno de los creadores de la declaración Stéphane Hessel, habló sobre la universalidad de la declaración en la reciente publicación ("Citoyen sans frontières", de Jean-Michel Helvig, editorial Fayard, 2008). «¿No valía más hablar de una Declaración "Internacional" más que "Universal" de Derechos Humanos? Tal vez, pero los franceses Henri Laugier y Cassin, pensaban que algún día los “vencidos” ocuparían su lugar en las Naciones Unidas, y entonces, el termino tendría sentido »(extraído de Rue89). Por supuesto, si revisamos la historia de la “humanidad” en los pasados 60 años, lo que menos ha habido es esa igualdad que el artículo primero establece en la susodicha declaración. Ya mencionamos el dominio y esclavitud en Sudáfrica durante el Apartheid (en buen criollo significa segregación) que duró “legalmente” de 1948 a 1994.


Claro que los gringos se cuecen aparte y el hecho de que a partir del enero del 2009 tendrán su primer presidente moreno (negro pues), no cambia mucho las cosas en la base de la estructura social. Eso sin contar, que ahora es buen momento de hacerlo, con el fin, ¡por fin!, del período del malhadado W. Bush que, junto con el latino de triste memoria Alberto Gonzáles, que fungió como Fiscal General de Estados Unidos del 2005 al 2007, y fue el orquestador de la tristemente celebre justificación a la tortura de presos de guerra por parte de los gringos en el caso de los presos acusados de terrorismo en Guantánamo, Cuba. O la aberración de la “barda fronteriza con México”. (Abrimos paréntesis cotacional: casualmente, los políticos y el pueblo “blanco” gringo se llena la boca al decir que sus políticos, y más señaladamente el mal actor y regular presidente Ronald Reagan, orquestaron la caída del Muro de Berlín, y sin embargo, ironías del destino, no dejan de levantar bardas para impedir el paso de la gente en busca de lo que en los países latinos no encuentran, y que desafortunadamente, no encontrarán al otro lado de esa barda tampoco. Cerramos paréntesis).

Y si nos remetimos a América Latina, el trato a los indígenas de todos nuestros países, a lo largo de los siglos ha sido más que inhumano; o de las condiciones en que viven los cubanos, según los refugiados; o las clases pobres y más que pobres jodidas en todo el continente; y los presos políticos y todos los demás. Si nos remetimos a Europa, la xenofobia aumenta día con día. (Otro paréntesis cultural: en aquellos años por ejemplo, los franceses, metidos en Madagascar en 1947, su ejército fue la causa de la masacre de miles de personas mientras algunos de sus intelectuales “defendían acaloradamente” esos Derechos Universales). Hace poco, en España, han vetado un estadio de fútbol, por los comentarios racistas de los aficionados. En el medio y lejano oriente, las cosas están color de hormiga y los términos despectivos aún están en los vocabularios y expresiones de varios idiomas, y que son discriminatorios y ofensivos para los que no son “la raza”, por no hablar del terrorismo y la degradación, basada en la religión, de las mujeres y los niños.

Así las cosas, ese Primer Artículo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, es de lo más bello en el papel impreso, en el tintero o en el “sueño guajiro” de sus autores, pero si usted le pregunta a todos los que no tienen voz, y aún a los que la tienen, pero que carecen de millones de dólares o euros en sus cuentas bancarias, de contactos con las esferas de poder de cualquier o de todos los países, le van a sonreír y en el mejor de los casos, le preguntarán de que carajo habla y si esa declaración sirve para llevar comida a la mesa familiar, ropa para la familia, dinero para pagar la renta, en la mayoría de los casos, o la hipoteca que, en los momentos actuales, me recuerdan las tiendas de raya del porfiriato mexicano, no le hace cuánto pague, la deuda sólo crece y crece y crece… y todo aumenta y la cruda realidad, menos, esos mentados derechos universales de la humanidad.


"Una sola piedra puede desmoronar un edificio.
Francisco de Quevedo y Villegas (1580-1645)
Escritor español"

1 comentario:

Anónimo dijo...

los mentados derechos humanos, es algo que me mueve las entrañas. Para mí ni en el papel se ven muy bonitos. Eso es pura mentira.
Digo, no es por hacerme la víctima, pero es un PEDO hacer que la respeten a uno como mujer, como persona y ser pensante. Además, ¿quiénes son los "blancos", de ojos azules o verdes o morados, para decir que todos los demás somos inferiores, en particular los blancos gringos (digo porque sonlos que me tocan más de cerca)?