viernes, 14 de noviembre de 2008

CRÓNICA DEL AVIONAZO


(O la desesperación de ser de los sin nombre para los gobiernos mexicanos)
El texto a continuación no es de un servidor. Lo recibí por correo electrónico. Tan sólo lo edité (un acento aquí o allá, un punto de más o de menos) pero cada palabra y cada pausa pertenecen a la autora que hacen que uno sienta la tragedia, de ella, de los demás, de los millones de compatriotas que morimos, trabajamos, sufrimos, para que unos cuantos se levanten con la gloria, y lo más triste, es que su gloria está basada en su misma corrupción, porque para ser honestos, ¿quién cree en la limpieza y honestidad de cualquier funcionario mexicano sin importar su filiación política?
La foto es una de las tantas que hay y la autoría es de Yahoo! México/Luza Alvarado y Alfredo Sánchez.

Escribo esto por… como un medio de liberar la rabia contenida que siento…El martes 4 de noviembre… parecía ser un día normal, como cualquier otro en la oficina. 6:29 P.M. Ya me quiero ir esta oscuro y hay mucho trafico, discuto con “Chava” quiere que le mande por correo los planos de carpintería y ya es la hora de salida, regreso a mi lugar y mientras adjunto el archivo, Felipe me pregunta “¿te vas a quedar?” “No” contesto. “Sólo me falta mandar esto y ya” “Ha bueno” me dice… y mientras, apaga su computadora. Aprieto “enviar” y se escucha un ruido terrible… se cimbra el edificio y se va la luz… Felipe y yo nos pegamos a la ventana… vemos el “hongo” de fuego justo en la esquina de la calle… alguien de la oficina grita “¿Qué pasó?” Felipe dice… “voló un transformador… o un rayo…” "no… porque no está lloviendo” es lo que me viene a la cabeza. Corro hacia la ventana de la recepción… hay mucho fuego… está justo en la esquina son autos los que se están quemando…“desconecten todo… bajen el switch de la luz… todos sálganse”. Noemí está pegada a la ventana... no se mueve... dice que estaba viendo el tráfico detenido... y de repente explotó algo... las llamas son muy altas, vemos su reflejo en los cristales del Súper Servicio Lomas (donde se iba a construir la Torre Bicentenario). Salimos a la calle… “¡Muevan sus carros!” grita alguien… Erika llama a mi jefe y grita por el Nextel… Pachón (nuestro mensajero) está en el Banco HSBC… justo donde se ven las llamas…Hay gente corriendo por todos lados... algunos se alejan… otros van hacia donde se encuentra el incendio…Gina dice… “están echando balazos”… pero no… son los autos que están explotando uno a uno... en dirección hacia donde estamos parados. Los autos se empiezan a echar en reversa, chocan, se meten en sentido contrario... en el afán de alejarse de lugar le avientan los carros a los transeúntes…Yo estoy parada en el camellón... Felipe me grita... “¡Aline vámonos!” Nos subimos a su carro. Gina, Noemí y yo… tratamos de salir… el tráfico parado, no avanzamos, pedimos que muevan un autobús… y tomamos una calle de Alicia y Teapa... nos hemos alejado una cuadra… platicamos entre nosotros… creemos que fue un coche bomba pero en eso escuchamos que alguien en la calle dice “se estrelló un avión”. Le marco a mi hermano… ese día iba a ir a cenar a su casa, estoy nerviosa, le digo que no voy a ir... “algo explotó… pero no se que fue…” aún alcanzo a marcarle a mi mamá… le digo q todos estamos bien… y luego... el servicio de celulares colapsa. Sirenas de bomberos, ambulancias y patrullas por todos lados. Ahora ya solo se ve una columna de humo negro que se levanta entre la multitud. Prendemos el radio en el carro, escuchamos que fue un avión el que calló y el reportero describe la situación, hay fuego y partes humanas esparcidas por los escombros y entonces… empezamos a creer lo ocurrido. Hay demasiados helicópteros en la zona... con ganas de gritar…“¡váyanse! están muy cerca…” por el miedo de que pudieran venirse abajo. Una serie de coincidencias que nos salvaron de estar ahí… justo donde todo pasó. Yo iba a salir temprano de la oficina para ir a cenar a casa de mi hermano, justo iba a tomar el puente de cristal que viene de Ferrocarril de Cuernavaca (el lugar donde se impactó), siempre camino por esa banqueta cuando salgo de la oficina, pero Chava me pidió que le mandara unos planos a última hora… como es su costumbre. Felipe, que comúnmente me da un “aventón”, esperó a que yo enviara el correo que me pidió Chava, pero realmente ese día, yo no me iba a ir con él… pero no lo recordó antes... y me esperó. Todos los días, recorre la calle de Pedregal en el sentido en que se incorpora hacia Periférico y Reforma, justo donde calló el avión. Gina y Noemí, ya estaban afuera de la oficina, pero Gina olvidó las llaves de la oficina de Ricardo (su jefe) y regresó por ellas… todos los días caminan por ese sitio para tomar el camión hacia el metro Auditorio. Pachón, se quedó encerrado en el Banco HSBC y no pudo salir hasta que todo pasó… cerca de las 7:30 P.M. cuando lo vi… me dice “volví a nacer”. Sólo un par de minutos hicieron la diferencia. Agradecemos estar bien, luego de pensar lo que pudo habernos pasado a cualquiera. Ya al llegar a casa, veo las imágenes en la televisión, escucho una serie de incoherencias que dicen los diversos medios y las autoridades, y no solo en la ubicación del accidente “que cayó sobre Reforma”, “que en la colonia “Prados sur”, y pues nada que ver, fue sobre la calle de Pedregal esquina con Monte Pelvoux en la Colonia Molino del Rey… Y me río amargamente… cuando dicen las autoridades que "evacuaron a 1200 personas de la zona”… no sé si se pueda llamar “evacuar” si cientos de personas corren despavoridas en todas direcciones. Y por fin, me entero quienes eran las personas que viajaban en la avioneta que se estrelló a media cuadra del lugar donde trabajo. El día miércoles, la zona envuelta en lonas estaba “custodiada” por centenares de granaderos que vestían trajes especiales con un tipo “armadura” y militares como si fuese a ocurrir algún tipo de atentado, o agresión por parte de la población. Cosa que me pareció un exceso. Toda la información gira en torno a los pasajeros de la avioneta...“grandes mexicanos que sirvieron a su patria” hablan de 8 ó 6 muertos… y yo no dejo de preguntarme… “¡¿y los que estaban abajo qué?!”. La verdad, lo siento por las familias de los que viajaban en la avioneta, pero mis cabeza gira en torno a toda las personas que estaban abajo… y con quien he convivido durante los dos años que llevó trabajando en la zona. Quienes estaban parados en el tráfico, como tantas veces he estado yo, quienes iban caminando por la banqueta, la chava del puesto de dulces donde siempre compramos los chescos, la señora del puesto de quesadillas y de hamburguesas( que volaron con la explosión) el bolero que siempre esta a la entrada del puente de cristal, el ballet parking del HSBC, los chavos del puesto de Jugos a quienes tantas veces les he comprado el “juguito” de la mañana, el puesto de periódicos que aparece en todas las fotografías de los autos incendiados, el señor de las tortas… a quien tantas veces fuimos a comprarle “la tortuga” a la hora de la comida, y quien varias personas han dicho haberlo visto salir de su puesto… envuelto en llamas, caminar hasta la esquina y desplomarse en el piso… y quien al parecer ha fallecido por las quemaduras de 3er. Grado en el 80% de su cuerpo. Y hoy… como todos los días al salir del metro Auditorio… y caminar en dirección a la Fuente de Petróleos para ir al trabajo… me topo con el Cortejo Fúnebre de las personas que iban en el avión y quienes van a recibir un Homenaje Póstumo en Campo Marte, sigo caminando… los autos de lujo estacionados unos tras otro, infinidad de “guaruras” trajeados de negro... te interrumpen el paso... no puedes seguir de frente... todo esta cercado. Camino en la zona peatonal paralela a Campo Marte y Reforma, escucho el Toque de Bandera entonado por la orquesta militar... veo helicópteros que van llegando al lugar del homenaje... y me alejo... escuchando aún el Himno Nacional. No puedo evitarlo…siento una “rabia” hacia todos ellos… cuando recuerdo lo ocurrido la tarde del Martes. Duelo nacional por los funcionaron fallecido… pero los ciudadanos comunes y corrientes, aquellos que salen todos los días al trabajo, esperando regresar por la noche a casa… y que ya no volverán... aquellos que perdieron a un padre, un hijo, un hermano…decenas de autos incendiados… personas que perdieron su medio de trabajo y el sustento de sus familias…mexicanos comunes y corrientes, que no luchaban contra el narcotráfico… ni eran secretarios de ninguna dependencia... pero ellos como millones de nosotros... hacemos lo que es este país que tanto quiero, México y de quienes los medios se han olvidado por lo visto, pero que seguirán en el recuerdo de quienes lo vivimos por mucho tiempo.
Arq. Aline García Cortés.
"Una sola piedra puede desmoronar un edificio.
Francisco de Quevedo y Villegas (1580-1645)
Escritor español"

1 comentario:

Anónimo dijo...

excelente descripción de los hechos. Y NOSOTROS LOS TRABAJADORES OLVIDADOS, PARECIERA QUE POR SIEMPRE.

Un abrazo