jueves, 30 de octubre de 2008

El miedo no anda en burro…

Más bien en elefante.

La incertidumbre de quién será el próximo residente de la Casa Blanca estadounidense está a unos días de llegar a su final.
Lo curioso, es que esa misma incertidumbre, ha generado más miedo a medida que la fecha del 4 de noviembre se aproxima. Y esos miedos no son para tenerse en menos.
Al parecer, y aquí sí que es del ronco pecho la deducción, el actual ocupante, terrorista de los buenos, ha “contagiado de miedo” a propios (léase republicanos) y extraños (oséase demócratas y demás), utilizando los medios de comunicación que le dieron no sólo su primer término en susodicha mansión, sino que le ayudó sobremanera para conseguir la reelección.
Ahora resulta, que entre la comunidad afro-americana está circulando un correo electrónico de la manera “más sana de celebrar” en caso de que Obama resulte el ganador en las elecciones.
Ahora bien, ¿cree que las cosas paran ahí? Pues fíjese que no. Los blancos tienen miedo de cómo celebrarán los morenos; y de cómo reaccionarán en caso de que no gane Obama. Los republicanos tienen miedo de que el demócrata gane, pero también de que pierda. Los demócratas tienen miedo de perder, pero tienen miedo de que ganen los contrarios. Además del temor de que les roben las elecciones de nuevo.
La prensa, no ha hecho más que atizarle duro al miedo ya que tiene pavor de que el demócrata gane o pierda.
Por supuesto, no faltan los que tienen miedo de que a Obama lo maten antes o después de las elecciones. Los latinos, tienen miedo de salir a votar.
Los de Wall Street tienen miedo. Los inversionistas tienen miedo.
Total, la “mieditis aguda” ha hecho campo y residencia en Estados Unidos y más parece que estamos en plena noche de jalouín, que de hecho al redactar estas líneas es casi la noche de brujas, como se le conoce allende el Bravo ( Río Grande como lo llaman los gringos), y la gente está sin dormir muy tranquila, que no sólo se piensa en la depresión económica y cómo pagar la renta o la hipoteca el próximo mes, sino que pasará una vez que se dé el veredicto del ganador de las elecciones presidenciales del 4 de noviembre.
No hay más remedio que esperar a ver qué pasa, y lo que pase, que no se convierta en un vertedero de sangre inocente, como ha sido la tradición histórica, corta, pero tradición histórica al fin, del pueblo estadounidense.


"Una sola piedra puede desmoronar un edificio.
Francisco de Quevedo y Villegas (1580-1645)
Escritor español"

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