lunes, 27 de octubre de 2008

El "jalouín"

Este es un ( ) cultural anglosajón, y un poco más específico anglosajón gringo.

Según Lillie Patterson, en su libro “A Holiday Book, Halloween”, El “jalouín”, en el inicio era celebración Celta para alejar a los malos espíritus del otoño y el invierno, o al menos, que no fueran tan crudos que sólo trajeran pesar a la comunidad, entonces, en la imaginación Celta, no se les ocurrió otra cosa mejor que disfrazarse como esos espíritus, no para espantarlos, sino para confundirse con ellos y no ser molestados, robados o lastimados.
Los griegos y romanos, en algún momento, adoptaron y modificaron estas creencias, según su propia mitología y necesidades, al igual lo hicieron los godos, ostrogodos, visigodos, y demás sajones y anglos. El oriente, medio y lejano, tendrán sus ritos semejantes, o basados en el mismo principio. EL usar una calabaza como linterna surgió de un viejo cuento irlandés, en la cual Jack, un hombre bastante malo y perverso, al morir no tuvo lugar en el cielo, pero para su desgracia, tampoco el Diablo quiso aceptarlo, y le dio un pedazo de carbón para que lo pusiera dentro de un nabo que estaba comiendo, esa sería su linterna para que buscara un lugar donde vivir, lugar, que según el cuento, aún Jack sigue buscando. Al llegar los primeros pioneros a Estados Unidos, no existía esta celebración, pero con los años se fue arraigando en las Colonias, primero con los nombres que daban los ingleses a la celebración “Nutcrack Nigth” y “Snap Apple Nigth”, pero con la llegada de los irlandeses y sus disfraces, la fiesta cambió casi a como las conocemos ahora. El cambio principal fue que las linternas de Jack dejaron de ser nabos y se empezó a utilizar calabazas en su lugar, convirtiéndose así en la figura más representativa de esta celebración en los Estados Unidos de Norteamérica.
De ahí a la tradición de obsequiar con dulces a los niños, los jóvenes y adultos realizar una fiesta de disfraces que pueden ir de la inocencia a la perversidad, y si no todos, la mayoría traspasando los límites de la embriaguez, sólo faltaba lo que en gringolandia sobra, mercantilismo.
Actualmente se venden todo tipo de disfraces, ya sea por catálogo, el Internet y por supuesto tiendas departamentales. Aquello de que se pedía que no fueran crudos inviernos pasó a la memoria de algunos estudiosos del tema y de las religiones, y por supuesto en el olvido de las masas, que es cierto, no tienen memoria y cuando la tienen, tampoco sirve de mucho o en su defecto para armar una masacre tamaño "familiar".
Aunado a eso, las películas de terror y de masacres por parte de psicópatas en serie, proliferan por estas épocas, ya s ea en los cines, (teatros como los llaman ellos) y por supuesto en la televisión. Claro que para los infantes tienen sus versiones más "sanas" pero eso sí, no dejan de tratar de venderles todo tipo de disfraces cada vez no sólo más espantables, sino más perversos con imitación de esos personajes de estilo asesino en serie, que no sólo en las pantallas proliferan, sino que los puede uno encontrar en cada gran ciudad y uno que otro pueblo y ranchería de este país.
Y ya que líneas arriba escribíamos sobre las religiones, una de curiosidades de las ídem y sobre todo de los fundamentalistas gringos (que normalmente son blancos, para colmo de males), es que no pueden celebrar ninguna actividad que tenga que ver con unos principios religiosos opuestos a los suyos, pero esta fecha en particular, no nada más la celebran por todo lo alto ¡además la fomentan! ¿Quién los entiende? Ni ellos.

"Una sola piedra puede desmoronar un edificio.
Francisco de Quevedo y Villegas (1580-1645)
Escritor español"

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Puro tercer mundo con eses gringos!
Chela