martes, 17 de abril de 2012

¿Qué tanto es tantito?

O lo que es lo mismo, ser público también significa tener vida privada


En efecto. Hace unos días, la Sra. Clinton, Secretaria de Estado de USA decidió salir de fiesta con unas amigas y hacer lo que todos hacemos cuando salimos con los amigos y las amigas, bailar y tomar unas chelas.

La cosa, es que los que se dicen periodistas o algo por el estilo, no saben distinguir ya cuando la vida pública termina y la privada comienza, y todo, como viejo título de película de vaqueros, por un puñado de dólares más, y tatar de vender más diarios o periódicos o hacer de los noticieros o noticiosos como sus mercedes prefieran llamarles, con lo que en inglés llaman “breaking news”, o en buen criollo noticia de último minuto.

Así las cosas, resulta que a partir de ahora, nadie tiene derecho a tener vida privada si se es un poco público, y el único lugar donde se podrá bailar y beber cualquier cosa que tenga grados alcohólicos y fumarse un buen tabaco, será en casa y sin invitar a nadie porque uno ya no sabe quién sacará el celular o algo similar tomará las fotos y las venderá al mejor postor, la verdad, así no se puede vivir.

Lo que tal vez habría que hacer, es ir a buscar a esos que llaman paparatzzi, que por cierto ya le costaron la vida a la princesa Diana de Inglaterra y al novio, y seguirlos por dónde vayan y fotografiarlos y publicar las fotos de sus vidas privadas para que vean lo que es bueno y entonces, tal vez, la vida pública y la privada por fin tendrán una línea divisoria, sí, como los países ni más ni menos.

Lo mismo creo que pasa con los del servicio secreto gringo, que no son tan secreto desde el momento en que todo el mundo sabe que se fueron de “putas y cognac”, pero si no estaban de servicio, a quién carajo le importa lo que hagan en su tiempo libre. Claro que como los gringos ahora no perdonan nada de eso, pues es cuasi comprensible lo que les pasó… Sin embargo, pegan el grito en el cielo por que algunos contratan a unas chicas para pasar el calor colombiano y no son capaces de juzgar y sentenciar como asesino al tal Zimmerman que siguió y mató a un joven sólo por usar una chamarra con gorra integrada y ser negro y para el autor “era sospechoso de hacer algo malo en su barrio”.

La verdad, los humanos estamos cada vez más jodidos y no se ve para cuándo cambiaremos.

"Una sola piedra puede desmoronar un edificio.
 Francisco de Quevedo y Villegas (1580-1645) Escritor español"

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