jueves, 9 de abril de 2009

Una dosis de su misma medicina




O lo que es lo mismo, con la vara que midas serás medido. O una dosis de su misma porquería.

En efecto. Los gringos no se la acaban con lo que pretende un tribunal español.

"¿Qué pretenden, qué pretenden?", exclama el respetable.

Pues nada menos y nada más que la friolera de tener querella criminal contra seis “asistontos” del mentado W. y “sus razones” para justificar la tortura a los detenidos en la base de Guantánamo, en Cuba, acusados de terroristas y esto a razón de los ataques que sufriera en su capital económica en un lejano nueve de septiembre del dos mil uno.

Lo triste del caso, es que la lista la encabeza un México-americano, abogado él, y de quien me había hecho el firme propósito de olvidar su nombre, por ser de los malos, el peor representante de la raza dentro del gobierno gringo. Casi tan malo como Luís Echeverría Álvarez, que no fue del gobierno gringo, pero carajo, poco le faltó para vender todo México.

Pero bueno, habrá que hacer de tripas corazón y mentarlo (¡ay mojo mentada de madre! A decir verdad, lo es), y después olvidarlo (el susodicho responde al nombre de Alberto Gonzales. Listo, ahora a lavarse los dedos después de semejante grosería).

La cosa es que al mentado (se la mentaran más seguido) y a otros cinco gringuitos les quieren aplicar lo que el gringo le aplica a todo el mundo en “protección de sus intereses”, y enjuiciarlos por violar las leyes internacionales al proveer un “marco legal” que justificó la tortura a los prisioneros en la susodicha base militar, (el chicanito se aventó la puntada de afirmar , que a la Convención de Ginebra los gringos se la pasaban por el arco del triunfo (por ahí les dieran a los cinco y al tal W).

La querella va en contra, además del chicano, del ex presidente Cheney (que se harto de plata antes y durante los ocho años de su “servicio público a la nación” (¡ay mojo político mexicano!), a un ex abogado del Departamento de Justicia, un ex subsecretario de la Defensa para Asuntos Legales, otro ex consejero general de la Oficina del departamento de Defensa; otro ex asistente del fiscal general y un ex jefe de gabinete y antiguo consejero del ex vicepresidente, (¡ay misho artistas de cine (digo por tanto ex que parecen divorciados)!)

Lo rico del asunto, es que asegún la jurisdicción, los países que firmaron la (o las) Convenciones de Ginebra tienen la obligación de ejercerla sobre cualquier persona que esté en el país de la que se sospeche que haya participado en actos de tortura. ¡Tómala cachito!

Así la cosas, para el actual inquilino de la Casa Blanca, las cosas están color de hormiga (sin agraviar al presente rentista) ya que la presión que viene del otro lado del Atlántico es grande y para que tomen cartas en el asunto, en un tema que tiene dividido a todo el país.

Lo mejor del caso, es que el juez español que está encargado de decidir si procede o no el caso, fue el mismo que sentó en el banquillo de los acusados al dictador chileno Pinochet, así que, don Baltasar Garzón (el ¡ay mojo rey mago!) no se va a tentar el corazón, que si ya tuvo sus cinco minutos de fama internacional, el probarlos de nuevo, no parece que le dé agruras.

¿Qué harán los gringos al respecto? Por lo pronto, al ser una dosis de su propia medicina, no les está gustando mucho y están pensando seriamente en que no debieron tomarse tan a pecho, aquello del Destino Manifiesto.

"Una sola piedra puede desmoronar un edificio.
Francisco de Quevedo y Villegas (1580-1645)
Escritor español"

2 comentarios:

Anónimo dijo...

espero aunque lo dudo mucho que en esta ocasión el Juez Garzón pueda hacer algo, y la verdad a ese chicano hay que mentarle la nadre por salamero y nalgas prontas

CHELAMONSTER dijo...

Nada que dos torcidas de pescuezo hacia la izquierda haga y su sal con limón en la herida sangrante.
Guantámano debe desaparecer, si es que Obama se quiere ver "chido"!