sábado, 1 de enero de 2011

Son las cuatro de la mañana en esta parte del mundo.

O lo que es lo mismo, la fiesta se puso de lo mejor.

Hemos celebrado con amigos la ida y la llegada del gregoriano. De lo más interesante por cierto, pero eso es harina de otro costal.

Por ahora lo ídem es que un nuevo ciclo ha comenzado y uno ha terminado, (siempre y cuando nos atengamos a la occidental forma de ver las cosas.)

Por supuesto que de uno de ellos no se espera que piense muy mucho de otra manera.

Pero siempre me ha gustado llevar la contraria (dentro del humor mexicano bien podría decirse que pertenezco a la familia Contreras, que, cosas de la vida, a pesar de no ser nuestro apellido, más de una vez nos ha venido como anillo al dedo)...En fin.

La cosa es que pensé en pasar y despedir el año gregoriano y me encuentro saludando al nuevo mientras el resto de la familia duerme y en unos momentos haré lo propio. No me recuerdo, ¡ay mojo mi niño!, si lo hice en el lunar, o en los equinoccios o solsticios. Los deseos son los mismos…

que todos los sueños, anhelos, aspiraciones, metas y objetivos se tornen en realidad, pero, sobre todo, que haya paz, salud, amor (y plata, que nunca está de más), a lo largo de los próximos 365 días.

En corto: In tlanextia In tonatiúh, que tu sol sea siempre brillante.

"Una sola piedra puede desmoronar un edificio.
Francisco de Quevedo y Villegas (1580-1645) Escritor español"

1 comentario:

Duke dijo...

Muchas gracias por tus buenos deseos