O lo que es
lo mismo, como Obama, vamos por cuatro años más.
En efecto.
Hace cuatro años, apenas, comenzamos a menear el shish. Mucho ha pasado desde
entonces y lo que falta por venir.
Pero vayamos
a lo que hace al caso. La historia se repite. El candidato demócrata ha sido
relecto para ser el que se siente tras el escritorio en la Oficina Oval por
cuatro años más.
Elección la
mar de dividida. El mapa de Estados Unidos pintado la mitad de azul, la otra de rojo, ha resultado ser tan
apretada en un principio como hace cuatro años, pero que en el transcurrir de
las horas, el voto ciudadano y después el voto electoral, que es el que define
la carrera presidencial, se inclinó del lado azul de la balanza.
Romney
perdió por múltiples razones. Ya su equipo dará mil y una al respecto. Él mismo
tendrá esa cantidad o más y uno puede aportar o coincidir con ellos en la
totalidad. Perdió y se hará a un lado. Si puede regresará a su escaño, pero los
desaguisados del 47% y la violación es proyecto divino, creo que lo seguirán
por el resto de sus días. Al igual, tal vez, quienes le invirtieron en su
campaña millones de dólares. Fiel a su principio capitalista, en EE UU quien
invierte más dinero, gana la elección, o las más de las veces.
Paradoja de
la vida. Hagamos a Peña Nieto candidato republicano y a Romeny candidato priísta.
Para Pena
(así con toda intención) Nieto, con todo y Salinas, sin importar el candidato opositor o los
millones que invirtieran en la campaña, saldría perdedor en forma vergonzosa
con sus declaraciones y errores de propaganda, su imagen en rollos de papel
higiénico, propaganda igual a la que usó el expresidente Díaz Ordaz de nefasta memoria,
durante su candidatura, harían que incluso los
republicanos conservadores le rechazaran.
Romeny,
como bien lo dijo, “si fuera mexicano ganaría esta elección sin problemas”. Sí, hubiera ganado y con menos de la mitad
del dinero que invirtió para ganar las preliminares, no hablemos de las
cantidades para la presidencia. Las argucias y métodos republicanos son tan priístas
que a pesar de la popularidad de AMLO, el voto popular hubiera sido mayor al
38% que eligió a Pena (así de propósito).
Pero Chana
no es Juana ni Juana es Chana.
Así que al
norte del río Bravo, Romney junto a todo lo que lo acompaña y representa tratarán
de encontrar los por qué. Él se hará a un lado, se eclipsará. Sus amigos del
“Facebook” según reportes, le abandonan a razón de 800 por día, reflejo de su
país (¿nada más?), donde nadie quiere estar con el perdedor. Su partido por el
contrario seguirá haciendo lo mismo desde hace cuatro años, complicar las cosas
para el ejecutivo norteamericano, pero no habrá personaje mesiánico que
represente un partido o movimiento como piedra en el zapato. Eso es lo que no
sucede en México y lo que habría que aprender.
Por su
parte, Pena, además del rechazo, carencia de credibilidad, pedantería familiar,
tendrá que lidiar con lo que suceda a
partir de diciembre con el juicio a quienes están detenidos por las narco
camionetas de telerrisa. Seguir la línea que le marque su asesor Salinas. Si
los cárteles regresan al cauce anterior a los gobiernos panistas, se confirmará
quienes los patrocinaban. Si persisten, es porque el río se ha salido de madre.
Volverá el viejo estilo de gobernar priísta: circo, algo de pan, telerrisa,
mismas mentiras. El resultado de su gobierno será lo que fue durante 50 o más
años, unos cuantos serán más ricos, la gran mayoría será más pobre. Sí, Pena
hará lo que sus antecesores, la pregunta es si los mexicanos lo permitirán una
vez más. Al tiempo.
In tlanextia, in tonatiúh (Que tu sol sea siempre brillante)
"Una sola piedra puede desmoronar un edificio.
Francisco de Quevedo y Villegas (1580-1645)
Escritor español"